viernes, 4 de junio de 2010

Barraganía Times (1)

Hoy lo vi pasar,
sin querer se apoderaron de mí
antiguos sentimientos
que yo pensé que no existían en mí,
que estaban más que muertos,
tanto tiempo…

Hoy lo vi pasar,
sentí algo extraño que no puedo explicar
a menos que aún lo quiera,
porque la sangre me quemaba la piel
corriendo por mis venas,
qué condena…

Y recordé todos los buenos momentos
que viví a su lado,
cuando mi cielo lo llenó de estrellas
con su huella,
y me olvidé todo lo triste y lo malo
que pasó conmigo,
que fue por él todo lo que he sufrido,
por su olvido…

Hoy lo vi pasar,
me di cuenta que jamás lo olvidé,
que todavía lo quiero,
que está en mi vida,
que no pude olvidar
y que no soy de acero
si lo quiero.

(Hoy lo vi pasar según la canta Rocío Dúrcal. También muy recomendables las versiones de Jorge Ferreira El Canario y de José Jara, con el título de Hoy la vi pasar, entre otras variantes, particularmente interesantes en el caso de José Jara)


La barraganía llegó a ser en tiempos un oficio y también una floreciente categoría social, con su toque de prestigiosa distinción, además. Hasta que metieron mano en el asunto los del Concilio de Trento, que se habían puesto muy serios con lo del celibato clerical. Y sin duda que había de ser una cuestión importante, para entrar en el orden del día al lado de temas como la Inquisición, que pasaba a ser un procedimiento común —que lo digan los albigenses, si es que quedó alguno—, o la creación del Índice.

Según el DRAE, mientras que la voz barragán, seguramente proveniente del latín tardío baricán-baricanis y que a su vez vendría del gótico barika —de baro: hombre libre—, significa esforzado, valiente, mozo soltero o compañero (persona que se acompaña con otra), la barragana es en cambio en primer lugar concubina, la que vivía en la casa del que estaba amancebado con ella; o mujer legítima, aunque de condición desigual y sin el goce de los derechos civiles.

En realidad la barragana viene siendo la mujer del cura: su amante fija, y este es el sentido usual de este vocablo universal, saludablemente presente en el habla común de las naciones hispanoamericanas.

Desde sus mismos albores, por cierto, la literatura castellana también abunda en este sentido, hasta convertirlo prácticamente en el único posible.

En fin, lo que en primer lugar parece quedar bastante claro con todo lo anterior es que no es lo mismo ser barragana que barragán: ni parecido.

Ahora unas mujeres de curas han dado a conocer su situación: unas amantes de las sotanas, que es como en Italia conocen a las barraganas, han dirigido una carta abierta al papa Benedicto XVI.

"La idea de la carta surgió, después de que el Papa reiteró en varias ocasiones el carácter ‘sagrado’ del celibato. Nos dijimos, hay que reaccionar", explicó Stefanía Salomone, de 42 años, quien convivió cinco años con un sacerdote.

(www.elnuevodiario.com.ni/internacionales/75682)

(Continuará…)

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